martes, 12 de agosto de 2025

Yungblud : Idols (2025)

 "Crecimiento que ilusiona..."

Tras la soberbia aparición de Yungblud en el reciente Back to the beginning, robándose la jornada con su espectacular interpretación de 'Changes' de Black Sabbath (algo similar a lo que ocurrió con George Michael haciendo 'Somebody to love' en el tributo a Freddie Mercury en 1992), fuimos muchos quienes nos interesamos en la carrera del vocalista yendo hacia su discografía para ver quien era este curioso personaje. ¿Y con qué nos encontramos? Con este notable cuarto álbum que marca una distancia enorme respecto a cualquiera de los antecesores del inglés. Y es que si bien los primeros tres discos de Yungblud se encontraron marcados por el rapeo constante sumado a una movida pop bastante genérica, este Idols da muestras de un crecimiento importante tanto en materia creativa como interpretativa. "Es el disco que siempre quise componer" - ha dicho en entrevistas. Y bueno, a juzgar por lo resultados... le creemos y aplaudimos.

Sin ir demasiado lejos basta darle play al álbum para constatar lo dicho. Suenan los monumentales nueve minutos de de 'Hello heaven, hello', una verdadera montaña rusa que enlaza tres canciones en una, jugando a placer con la intensidad y la estructura para dar muestras de que esto pretende situarse varios escalones por sobre cualquier cosa que el vocalista haya realizado antes. El tema además le acerca a las cuerdas y principalmente al rock, algo que se había insinuado en su álbum homónimo de 2022 pero que acá definitivamente toma forma, abriendo desde ya un abanico sonoro (y de influencias) del que el resto del disco se hará cargo.

Y en efecto, en adelante el trabajo se irá por un tubo moviéndose en varios frentes, abrazando el medio tiempo acústico en 'Idols Pt.I', un pop etéreo que rememora a los noventas en 'Lovesick lullaby' o 'The greatest parade' (con perfume a Placebo en su sonido) así como yendo a la balada dramática tanto en 'Zombie' como 'Change' (vaya trabajo de intensidad en el cierre de esta). Todas estas funcionan y arman una Cara A que no baja jamás del notable, principalmente gracias a una cuidada producción, interpretaciones impecables por parte de un vocalista que encuentra el punto preciso para su voz (que se oye siempre al límite, casi quebrándose pero transmitiendo de gran forma) y estructuras que jamás se olvidan de la importancia de las melodías en puentes + coros. 

Mucho más luminosa respecto a como venía el disco suena luego la pasada por 'Monday murder' (con unas guitarras ochenteras muy The cure) + 'Ghost', esta última anotándose también como otra de las piezas más interesantes del disco durante sus seis minutos con una recta final que escapa de lo obvio entre vientos. 'Fire' y 'War' retomarán el rock (aunque siempre en una versión marcadamente emo, sobre todo la segunda) para finalmente cerrar al piano en 'Idols Pt.II' + 'Supermoon', quizás el único momento en todo el trabajo que suena algo sobre cargado y exagerado en términos emocionales. 

No empaña esto último de todas formas a un disco sólido en términos individuales y cohesionado como conjunto, un álbum que se esfuerza por no responder a estándares actuales, sonando incluso a otra época. Idols no solo es por paliza el mejor disco de Yungblud hasta ahora si no además uno de los mejores que habremos oído en este 2025. Y atención, que se supone tendrá una segunda parte...

¿Canciones? 'Hello heaven, hello', 'The greatest parade' y 'Ghost'

8,5 / 10
¡Excelente!

viernes, 8 de agosto de 2025

Peter Murphy: Silver Shade (2025)

 "Sello de identidad..."

Llama la atención que tras un álbum tan sólido, inspirado y exquisito en cuanto a melodías como Lion (2014), el inglés e histórico Peter Murphy se haya tomado tanto tiempo para un sucesor. También es cierto que vivimos tiempos bastante ingratos con aquellos artistas que se esfuerzan en propuestas de peso y seguro aquello desanima a cualquiera. Como sea, once años han pasado, el hombre se ha hecho esperar pero al fin le tenemos de regreso mediante un álbum que vuelve a dar muestras de una prestancia que no sabe de edad, un Silver shade que continúa mostrando al vocalista en plena forma creativa y vocal, un trabajo que equilibra los afanes melódicos de su autor (quien jamás olvida el interés por entregar canciones por sobre todo contagiosas y recordables) con esas clásicas inclinaciones hacia la electrónica, el glam y el rock gótico. 

Ahora, si bien en el recuerdo aún tenemos aquel desate arrollador que el vocalista entregó en Lion (expresándose muchas veces incluso a gritos), la sensación que deja este Silver shade es la de ser un disco que ha ido en busca de momentos más pulcros y cuidados. Dicho en simple: Murphy canta acá bastante mejor que en su antecesor, luce más contenido aunque por lo mismo ha sacrificado el salvajismo en busca de un sonido más cuidado. Y si bien el trabajo abre apuntando a dinámicas intensas y aceleradas marcadas por el beat y percusiones mediante algo como 'Swoon' seguida de 'Hot roy', la primera donde aparecen las guitarras, y 'Sherpa', donde el vocalista se muestra impecable vocalizando en esos coros, rápidamente el asunto hará el giro hacia momentos emocionalmente más dramáticos. Ocurre en la impecable 'Silver shade' (la más pop en todo el álbum), la electrónica 'The artroom wonder' o en la vampirezca pasada por 'The meaning of life' + 'Xavier new boy', todos momentos donde Peter Murphy se siente danzando sobre terrenos que se le siguen dando perfecto. Ahora, si bien es cierto que en algunos pasajes el tono se exagera rozando la caricatura así como también hay canciones que dan alguna vuelta de más ('Swoon' y 'The meaning of life' son dos que se alargan demasiado), la Cara A del álbum prácticamente no muestra ripio y por si sola vale por completo este regreso.

Entrando en la recta final una juguetona 'Cochita is lame' se entrelazará con las guitarras y teclados de 'Soothsayer' (la más rockera en todo el disco), sin embargo, lejos de comenzar rellenar con cualquier cosa habrá espacio acá para la experimentación en los curiosos aires orientales de 'Time waits' mientras que tanto 'The sailmaker's charm' como 'Let the flowers grow' (en compañía de Boy George) volverán a exponer la faceta más sentida de Murphy. 

Puede que este Silver shade se extienda demasiado y exagere la nota en varios momentos, también el que no logre las cotas de desgarro y emoción que si alcanzó Lion una década atrás, sin embargo, aquello se compensa con el placer de poder oír un disco "de autor", un álbum que cuenta con un sello de identidad plenamente reconocible. Aquello en estos tiempos no se encuentra en cualquier lado...

¿Canciones? 'Silver shade', The artroom wonder' y 'The meaning of life'.

7/10
Muy bueno.


Otras reseñas de Peter Murphy:

miércoles, 6 de agosto de 2025

Garbage : Let All That We Imagine Be The Light (2025)

 "Grandes ideas sin explotar..."

Como un verdadero bastión entre aquellas bandas noventeras que aún se mantienen en activo, mencionaba unos años atrás en mi reseña para No gods no masters (2021) el que Garbage habían sido capaces de renovar inspiración mediante un trabajo sólido en términos musicales e interesante en cuanto a temáticas. Fue su mejor álbum en veinte años pero había que ver si lograban sostener para un siguiente. En dicho sentido, este reciente Let all that we imagine be the light vuelve a entregar dosis de aquel sonido consistente y maduro que la banda viene desarrollando con fuerza desde Strange little birds (2016) pero con un detalle: sin encontrar canciones particularmente llamativas o coreables en estadios (no hay un 'Empty' acá, ni siquiera un 'The man that rule the world'). ¿Es esto necesariamente un defecto? Claro que no, pero si deja al álbum en ese terreno complicado del disco "para fans". 

Yendo a lo concreto, nos entregan en esta ocasión diez canciones de producción impecable, las cuales oscilan entre momentos exquisitamente electrónicos (ahí tienes la notable partida a cargo de 'There's no future in optimism' o la excelente 'Sisyphus'), pasajes bastante más densos cercanos al rock en donde el bajo + teclados se encargan de generar la atmósfera ('Hold', 'Have we met', 'Get out my face AKA Bad kitty' o 'R U happy now') y otros que son oscuridad pura ('Radical' + 'Love to give'), armando entre todas un cóctel que en general se mueve sobre terrenos bastante lúgubres (muy por el contrario de lo que reza el título) y donde el mérito se centra en el sonido más que en las estructuras o melodías. De hecho, habrán momentos que transmiten la sensación de que la banda no ha logrado encontrarle el punto a ciertas canciones. Ocurre en 'Chinese fire horse', por ejemplo, quizás el tema más potente en todo el disco en cuanto a actitud gracias a una Shirley Manson que escupe su desprecio hacia quienes piden su retiro a causa del paso del tiempo ("Si, puede esté más vieja / Pero aún tengo el poder en mi cerebro, en mi cuerpo..."), sin embargo, el tema se pierde en la reiteración constante de ese "Wait a minute, wait a minute, wait a minute, wait a fuckin' minute...", así como el cierre a cargo de 'The day that I met god' ha quedado realmente frío sin lograr transmitir la emoción que debería. 

Siendo claros, el disco no está mal pero si pareciese cargar con un puñado de grandes ideas que no han podido explotar del todo. Varias canciones dan vueltas sobre la "estrofa + coro" y mueren ahí sin encontrar alguna alza de intensidad que impacte de alguna forma. 

¿Canciones? 'There's no future in optimism' y 'Sisyphus'.

6,5 / 10
Cumple y algo más...

domingo, 3 de agosto de 2025

Pulp: More (2025)

 "Elegancia que no entiende de tiempos..."

La vida tiene esas cosas curiosas. La historia contará que tras varios intentos, finalmente Pulp alcanzarían el éxito masivo y el reconocimiento de la crítica en su cuarto álbum Different class (1995). Tras el cual comenzarían a desmoronarse. Tres años más tarde llegaría el aún más atrevido This is hardcore (1998), disco que hoy es mirado con cierto culto pero que en ese entonces representó un total fracaso comercial para la banda. Nadie entendió la movida depresiva/pesimista de Jarvis Cocker por lo que singles como 'Help the aged' o la mismísima 'This is hardcore' murieron en medio del desprecio masivo, marcando junto con ello el definitivo fin del brit pop. La fiesta había terminado, solo quedaba el desastre de la mañana siguiente. Y bueno, a Pulp no les quedó otra que en la siguiente jugada desprenderse por completo de la fama y expectativas (a Suede les ocurrió también algo similar) mediante un álbum de corte experimental como We love life (2001), el canto del cisne para una banda disfrutó la fama durante quince minutos para luego rápidamente derrumbarse. Veinticuatro años (joder...) han pasado desde entonces, ¿tiempo suficiente como para superar el trauma? Puede ser, pues acá les tenemos de regreso (con nueva música, que giras de grandes éxitos venían realizando desde hace un buen tiempo) mediante un álbum que efectivamente les recupera en buena forma y en cierto modo ayuda a que les disculpemos por haberlo dejado todo de manera tan abrupta, un disco que juega a dos bandas equilibrando la faceta más popera y alegre de la banda con otra un tanto más oscura e íntima, todo por supuesto empapado de una elegancia que no entiende de tiempos, casi como si Different class y This is hardcore conviviesen en un mismo álbum.

Para muestra de lo dicho está la partida del conjunto con un tridente inicial que abre bastante arriba. 'Spike island' es un singlazo, contagiosa y adictiva a rabear se siente como el reencuentro perfecto con un Jarvis Cocker que no duda a la hora de disculparse ("Esta vez lo haré bien..." - promete). El nexo de esta con la melosa 'Tina' y el recuerdo de una bonita historia de amor en 'Grown up' es impecable, sin embargo, tras estas el álbum realizará un giro hacia lugares bastante más íntimos, primero mediante 'Slow jam', una joya que por si sola justifica el regreso de la banda (¡cómo suena ese bajo!) gracias a un trabajo melódico glorioso digno de los mejores momentos de This is hardcore, luego la balada en plan crooner 'Farmers market' para finalizar esta pasada mediante 'My sex', un verdadero himno a la androginia que junto al posterior subidón de 'Got to have love' marcan el mejor momento en todo el disco (en el nudo, como debe ser).

"Mi sexo no está aquí ni allá.
No es él ni ella. 
Es una experiencia extra corporal.
Mi sexo no tiene sentido... 

No tengo una agenda. Ni siquiera un género. 
Mi sexo es difícil de explicar. 
No puedes derretirlo bajo la lluvia..."

Con la partida ya ganada la banda se entrega en la recta final unicamente a cerrar esto de manera sobria mediante baladas como 'Background noise'que va ganando intensidad en medida que avanza, o 'Partial eclipse' (que se carga a los vientos). Quizás con estas dos el disco debió cerrar pero bueno, Pulp vienen de los noventas, son de otra época y no comprenden que en 2025 media hora es una eternidad. Vienen de tiempos, donde los discos eran de once u doce canciones y estos debían rondar la hora de duración. Por lo mismo insisten acá en meter dos baladas más, una al piano como 'The hymn of the north' (tremendamente sofisticada en su estructura y arreglos eso si) y un cierre entre sutiles cuerdas con 'A sunset'

Pero bueno, ¿Alguien podría culparlos por alargarse un poco más de lo debido tras casi veinte años de silencio? Nadie. Menos cuando se vuelve con tanta elegancia y nivel bajo el brazo. More es, valga la redundancia, efectivamente más de aquel sonido de Pulp que treinta años atrás nos maravilló. No reinventan nada, y da igual. Nos han entregado lo que no sabíamos que necesitábamos. Benditos sean por eso.

¿Canciones? 'Spike island', 'Slow jams' y 'My sex'.

7,8 / 10
¡Muy bueno!

jueves, 31 de julio de 2025

30 Años De... Pulp: Different Class (1995)

 "Sexy, irreverente e histórico..."

Es probable que muchos no estén enterados que antes de alcanzar el éxito en 1994/5, Pulp llevaban intentándolo por más de una década. Sin ir muy lejos, su primer álbum data de 1983, desde ahí dejaron en el camino tres discos y fue recién en 1992 cuando un sello multinacional como Island Records se interesó en ellos. ¡Claro! Comenzaban los noventa, se veía venir el llamado brit pop junto a esa ola de jóvenes bandas británicas que acabaron por transformarse en todo un fenómeno en aquellos años, por lo que había aprovechar que el horno estaba caliente y exprimirlas a como diese lugar. Ahí, las principales portadas fueron acaparadas por Oasis + Blur, sin embargo, el gran álbum inglés de aquellos años fue este: Different class de Pulp, una maravilla atemporal rebosante en talento, clase, elegancia y estilo.

Parte importante de lo anterior guarda relación con la trayectoria que Pulp cargaba a cuestas para mediados de los noventas. A esas alturas Jarvis Cocker superaba los treinta años, la banda también, y aquella madurez si bien se había anticipado un año atrás mediante un disco como His n hers (1994), acabó por explotar definitivamente en este Different class, un álbum que habla de cosas muy serias en un tono divertido, por más contradictorio que esto se lea. Y ahí es donde reside principalmente el mérito de este disco, en la capacidad hablar de temas adultos, dígase: historias de cama y frustraciones de una clase media obrera inglesa que durante los años ochenta creció con una sensación instalada de marginalidad. Sin embargo, lo interesante del trabajo es que lejos de contarte la historia desde la rabia, Pulp hacen de su tragedia una virtud, invitándote a bailar mediante un álbum de intenso pop marcado por momentos tan sexys como irreverentes.

"Deformes, errores, inadaptados..." - abre expresando un carismático Jarvis Cocker en 'Mis-shapes', para luego seguir con un "No nos vemos como tú. No hacemos lo que tú haces. Pero vivimos por acá también...". Más claro imposible, no? El resentimiento social está presente, desborda cada línea, se huele y se oye, sin embargo, lo dicho: la banda empapa el mensaje con una melodía graciosa e intensa, generando así magia instantánea. Sin ir muy lejos, en una misma línea más adelante estas sensaciones se elevarán a la enésima potencia mediante el himno generacional (y prácticamente de todo el brit pop) 'Common people', relatando la historia de un tipo ordinario que le muestra la vida de calle a una ricachona, sazonando el diálogo con frases impregnadas de un fantástico humor negro.

"Tú nunca vivirás como gente común. 
Nunca fallarás como gente común. 
Nunca verás la vida deslizarse fuera de tu vista
Y bailar, beber, cagarla, 
porque no hay nada más que hacer..."

También dentro de una arista marcada por la dinámica pop aparecerá aquella joya de single que fue 'Disco 2000', donde Jarvis vuelve a enmarcarse como el gran contador de historias que es, hablándonos de la friendzone décadas antes de que el término existiese ("Decían que cuando creciésemos nos casaríamos y nunca nos separaríamos / Oh, nunca lo hicimos / Aunque a veces piense en ello...") mientras que en la exquisita 'Underwear' (una que perfectamente pudo ser un hitazo de haber sido promocionada como tal) abordará el fascinante relato de una infidelidad a punto de ser descubierta ("¿Cómo demonios llegaste a acá? / Semi desnudo en la pieza de alguien más..."), temática que por cierto ya se habrá tocado a comienzos del álbum mediante 'Pencil skirt' ("Sé que estás comprometida con él / Pero también que quieres algo con qué jugar..."), además de otros tantos temas que presentarán sutiles connotaciones eróticas tanto en la líricas como en el sonido, hablo de 'Live bed show' o 'I spy'

El cóctel se complementará de manera diversa, yendo a la balada en 'Something changed', encontrando un competente medio tiempo en 'Sorted for e's & wizz' y entregando el momento más experimental del disco en la extensa 'F.E.E.L.I.N.G.C.A.L.L.E.D.L.O.V.E'. Y si, que puede que el único defecto que podamos marcarle a un disco así de sólido sea el que no logra cerrar como es debido, con una 'Monday morning' normalita (aunque levanta bastante en su histérica recta final) y una aún más corriente 'Bar Italia'.  

Detalles, sin embargo, que no le restan demasiado a un trabajo inmenso. Con producción del mítico Chris Thomas (famoso por haber trabajado junto a The Beatles en el disco blanco y mezclar The dark side of the moon de Pink Floyd, entre tantos más), estamos frente a álbum inteligente, de conceptos y letras fascinantes fuera de un sonido sofisticado que supo marcar distancia respecto a cualquiera de sus pares. Desde aquí ciertamente Pulp, y junto a ellos toda la ola britpopera, solo podía comenzar a desmoronarse. 

¿Canciones? 'Common people', 'Disco 2000' y 'Underwear'.

9/10
Brillante.


Otras reseñas de Pulp:

lunes, 28 de julio de 2025

Marina : Princess Of Power (2025)

 "Constantes contrastes..."

Tras una impecable trilogía inicial marcada dos excelentes álbumes como Electra heart (2012) + Froot (2015), le costó en adelante a la galesa Marina Diamandis sostener las expectativas generadas. Y vaya que lo intentó todo. Se cambió el nombre (dejó de ser "Marina and the diamonds"), se tomó cuatro años para grabar un álbum bastante experimental como Love + Fear (2019) donde debatió su sonido entre personales baladas y un acercamiento a los ritmos latinos (grabando incluso un single con Luis Fonsi, ¡horror de decisión!), esto para luego recular y volver al pop dinámico un par de años más tarde mediante el correcto Ancent dreams in a modern land (2021), disco con el que la vocalista pareció en cierto modo pedir disculpas a sus seguidores tras tanta confusión y solicitarles algo más de tiempo para regresar en plena forma creativa. Y bueno, su sexto álbum parece ser el resultado de dicha procesión, un trabajo que efectivamente retoma el sonido donde había quedado diez años atrás con Froot, acercándola con fuerza al electro pop mientras en materia temática continúa dando muestras de quien es ella ahora, digamos, un personaje que derrocha divismo y confianza. Sin embargo, una cosa es la postura, las intenciones y otra muy distinta los resultados. Y ahí, todo sea dicho, Marina sigue sin recuperar la regularidad que alguna vez ostentó.

Me explico. El solo hecho de que el disco esté compuesto por trece canciones y llegue casi a los cincuenta minutos de duración algo anticipa: no busca solo salir del paso si no que apuesta por la contundencia. El problema es que esta aparece solo a momentos, en pasajes que efectivamente muestran la mejor versión de la vocalista, pero estos se complementan con otros que se conforman con rellenar el álbum, generando un constante contraste que perjudica el nivel general.

Yendo a la música, el álbum abre bastante bien con 'Princess of power' (la canción) que vuelve a situar a la vocalista hablando desde el empoderamiento y el haber "confundido el amor con control y manipulación", idea que enlaza perfecto con la juguetona 'Butterfly' con ese coro lleno de filtros que habla de desplegar alas y volar sobre la brisa, mientras que 'Cuntissimo' es ese single que Marina no lograba lanzar efectivamente desde 'Froot' o 'Bubblegum bitch', cargándose esta vez al tecno pop y mostrando a una vocalista rebosante en actitud. A las mencionadas se suman más adelante cosas como 'Metallic stallion', por lejos el tema más interesante musicalmente hablando en todo el álbum y el único además en donde la vocalista logra entregar una estructura que juega con las intensidades (emulando vientos incluso con los teclados), mientras que tanto en el pop de 'I love you' como en 'Final boss' recordará muchísimo los tiempos de Froot con ese bajo marcado en el sonido. 

Lamentablemente la otra mitad del disco (que no es poco) cargará con un importante problema: serán todas canciones demasiado sencillas. Y si bien tras 'Cuntissimo' algo como 'Rollercoaster' en su simpleza se deja oír y funciona evidentemente como puente para algo más sofisticado, 'Cupid's girl' encabezará una lista de canciones que se conforman con encontrar un coro y dado que estos no tienen nada memorable, mueren ahí. Ocurre en toda la pasada por 'Je ne sais quoi', 'Digital fantasy' + 'Everybody knows I'm sad', esta última siendo una que pedía a GRITOS algún arreglo algo más explosivo, sobre todo en su recta final, y también en baladas estilo 'Hello kitty' o 'Adult girl' que es poco lo que aportan desde lo musical.  

Princess of power está lejos de ser un desastre, medio disco cumple de sobra y eso hay que dárselo. Sin embargo, el conjunto avanza a tropiezos y por momentos vuelve a mostrar la arista más simplona y olvidable de una Marina que por alguna razón insiste en tratar de perseguir el mainstream siendo que no lo necesita. 

¿Canciones? 'Cuntissimo' , 'Metallic stallion' y 'Final boss'.

jueves, 24 de julio de 2025

Ha muerto Ozzy Osbourne.


Cada vez que perdemos a un gigante de la música la misma idea viene a mi cabeza: que quienes rondamos los cuarenta (por arriba y por abajo) seremos la generación que presenciará de manera consciente la extinción de los dinosaurios.

Mi padre tiene 71 años. Vivió la muerte de Lennon, Hendrix, Jim Morrison, Elvis o Freddie. Existía, sin embargo, en aquellos años plena convicción de que tras ellos vendrían otros, que habría un recambio. Y así efectivamente fue. Vinieron luego los Cobain, Layne Staley, Chris Cornell, Vedder, Thom Yorke y tantos más. Ahora, sin embargo, no viene nada. Se están yendo uno a uno y cuando se haya ido el último simplemente no habrá más. Solo un doloroso silencio.

Ha muerto Ozzy. He pensado mucho estos días en aquel 1995 cuando con apenas catorce años le conocí gracias a Ozzmosis, aquel disco metió singles en la radio como 'Perry Mason' o 'See you on the other side' y aquello me permitió valorarle. Con los años fui yendo hacia atrás en su historia, supe de sus años ochenta y de lo inmenso que fue Black Sabbath. Entendí que fueron ellos quienes le metieron peso al rock transformando con ello el futuro. Que no habría metal como lo conocemos sin Ozzy + Black Sabbath.

Ozzmosis cumple treinta años de vida en este 2025, corresponde una reseña de aniversario pero no quiero forzar el homenaje. Llegará espero en septiembre u octubre como lo tenía planeado. Por ahora seguiré girando en círculos, tratando de imaginar este mundo en donde Ozzy Osbourne comenzará a ser solo un gigante recuerdo. Otro extinto dinosaurio.